Ha hecho su debida diligencia. Ha configurado un proxy, confiado en que su huella digital está enmascarada y su dirección IP real es su propio secreto. Navega, trabaja, gestiona sus cuentas, todo bajo lo que cree que es un manto de anonimato. Pero ¿y si ese manto tiene agujeros? Imagine un escenario en el que…